lunes, 25 de enero de 2016

La Tarara

Federico, entre poemas y escritos de sangre, cantaba versos y nosotros de niños, sin saber más, reíamos ruidosos al cantar la tonadilla "tiene mi Tarara un vestido verde, lleno de volantes y de cascabeles", y nos preguntábamos curiosos, quién será la muchacha de la canción?, que también, vaya lujo!, "tiene unos pantalones, que de arriba a abajo todo son botones" y "unos calzoncillos que todo son bolsillos", y danzábamos al compás de "la Tarara sí, la Tarara no, la Tarara, niña, que la he visto yo", mientras que su vestido blanco "se pone negro cuando baila tanto", aunque sólo se lo pusiera "en jueves santo", porque "luce su cola de seda sobre las retamas y la hierbabuena" y seguíamos alegres el estribillo entre el sí y el no, en juegos infantiles de luminosas tardes de verano y ay, madre, que "la Tarara baila tan bien como yo".
Y cantando, riendo, cantando, nos enterábamos que "la Tarara dice que no tiene novio y detrás la puerta tiene a San Antonio, la Tarara sí, la Tarara no, la Tarara, niña, que lo bailo yo". Entregados ya todos al dance, "ay, Tarara, loca, mueve la cintura para los muchachos de las aceitunas" y nosotros risueños también con ella, locos bajitos, moviendo nuestros pequeños cuerpecitos al son de la cancioncilla popular, porque, ay, Tarara y "su dedito malo, que no se lo cura ningún cirujano" y su "gato que come lechuga de segundo plato", porque "la Tarara, sí, la Tarara no", estaba loca, loca de baile y nos llevaba, cuál ramitos de romero, colgados en sus volantes de lunares rojos de ritmo y poeta muerto, más que muerto, lo mataron, en una zanja de un camino amargo, porque lo distinto asusta "que lo he visto yo", con un gusto agridulce de final de verano, de "frutas maduras" y de flores, "las mejores", de cosas que no vuelven ya, de risas alegremente tristes del ayer, "la Tarara sí, la Tarara no, la Tarara, madre, que la canto yo".

Besos, siempre besos...con chispa!.