viernes, 7 de agosto de 2015

Meine liebe Berlin

Siempre se ha dicho que la ocasión la pintan calva y viajar con pelo o sin él siempre es un gran qué, porque las oportunidades tal vez no se vuelvan a presentar y no estamos para desperdiciar nada y menos si es algo que proporciona placer. Así que un buen día me ofrecieron un viaje a Berlín, ciudad que por cierto no conocía, con un montón de gente que tampoco conocía, pero decidí decir que si, porque estoy en un momento en el que me apetece conocer tanto a personas como lugares. Además la premisa era interesante, conocer Berlín con un grupo de instagramers que con sus fotos promocionarían el hotel que nos iba a alojar. Lo primero, el grupo de igers con el que viajaba era de lo más variopinto y sobretodo divertido, así que conocer y dejarse conocer resultó de lo más sencillo...gracias, chic@s!!!. El hotel de lo más cómodo, bien situado y con un personal exquisitamente atento (en castellano) y que nos proporcionó todo aquello que necesitamos durante nuestra estancia, además de un tour por la ciudad, difícil de olvidar, porque Berlín es una gran ciudad llena de historia y de historias que nuestros guías supieron trasmitirnos con toda la emoción...saber y sentir dándose la mano. Pasear por sus calles, ver la Puerta de Brandenburgo (a pesar del escenario/invernadero que le habían colocado delante), el Reichstag (ahí se mueve el mundo bajo su cúpula de cristal), el monumento al Holocausto (un lugar de una energía sobrecogedora), Potsdamer Platz (con sus rascacielos, su paseo de la fama alemán y el Sony Center...con nuestro amigo del osito de peluche y ligerito de ropa, que no de peso), Alexanderplatz y la torre de comunicaciones (el pirulí berlinés), Check point Charlie (fronteras del pasado dentro de una ciudad que estuvo dividida), Neue Wache (la Nueva Guardia y la historia de todas las madres de la guerra representada por la escultura de una de ellas...emoción en estado puro), Friedrichshain (lo más alternativo y los graffiti más espectaculares), Mauerpark (mercadillo, músicos callejeros, artistas del spray, columpios voladores y cientos de berlineses ávidos de sol y diversión) y todo ello acompañado de los clics de las cámaras y móviles de un grupo muy, muy díscolo haciendo fotos a cientos, no, a miles de cada rincón de la ciudad del muro (la historia pesa) y de los recuerdos que jamás se han de olvidar. Ahora sólo queda volver para conocer Berlín bajo las estrellas y su noche perversa. Quien se apunta?...besos, siempre besos...con chispa!!!.

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